Mapear el cerebro es clave para comprender cómo funciona. El cerebro tiene una geografía que importa. La corteza cerebral (la capa exterior gris del cerebro) está plegada en nuestro cráneo de tal manera que se reduce la longitud del cableado de nuestras neuronas y se mejora la función cognitiva. No hace falta decir que este plegado es increíblemente complejo.

Para examinar y dar sentido a esta estructura, los neurocientíficos recurren cada vez más a los mapas para representar su complejidad. Al igual que los pueblos, ciudades, países y continentes representados en un mapa geográfico típico, las áreas del cerebro se definen, etiquetan y comprenden de manera similar a través de un proceso de mapeo.

Usando una gorra colocada en el cuero cabelludo, nuestro software captura los impulsos eléctricos en el cerebro. Este método se conoce como electroencefalograma (EEG). Los resultados muestran patrones de ondas cerebrales en diferentes partes del cerebro. El proceso dura unos 15 minutos y los datos se convierten luego en un informe de mapa cerebral visual. Analizamos el informe del mapa cerebral e identificamos las áreas problemáticas. El informe mostrará los resultados en un formato claro y conciso que se puede entender fácilmente.

El mapeo cerebral ha sido revolucionado por los avances tecnológicos en los últimos 30 años a través de tecnologías como los escáneres de imágenes por resonancia magnética (MRI). Ahora también es posible distribuir y publicar el contenido de los mapas cerebrales con mucha más libertad, lo que permite una interactividad positiva entre los investigadores y un público más amplio.

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